¿Qué recuerdos tenemos nosotros de la televisión en nuestra infancia?¿Qué veíamos? ¿Cuánto tiempo la veíamos? ¿Con quién la veíamos? ¿Dónde la veíamos? ¿Cuántos aparatos había en nuestra casa?
Muchos probablemente la veíamos todos los días, con nuestros hermanos, en el salón de nuestra casa, único lugar dónde existía y siempre lo mismo, porque la oferta era reducida. Y con todas estas circunstancias recordamos con añoranza los programas de nuestra infancia. Por lo tanto comparar la situación actual de nuestra familia con la nuestra no nos conduce a nada.
Podemos tener más de un aparato y no pasa nada, nuestros hijos la pueden ver todos los días y tampoco pasaría nada, la pueden ver solos o con alguién y tampoco tiene que pasar nada.
Entonces: ¿Por qué está tan denostada la televisión? ¿Es la televisión nuestra enemiga?
La televisión debe ser tratada por los padres como una herramienta más para entretener, y a veces informar a nuestros hijos. Si la ponemos muy por encima de otros instrumentos de los que disponemos para entretenerles como los juegos de mesa, deportes, videojuegos, consolas, actividades extraescolares quizás le estemos dando más importancia de la que tiene. Dicen algunos expertos que la televisión debe ser usada como un frigorífico: uno lo abre cuando sabe lo que va a consumir.
Es evidente que somos los padres los que tenemos el "mando", tanto para decidir cuándo se enciende, qué se ve y qué no se ve, y cuándo se apaga. Es bueno establecer un horario, que la veamos con ellos, aunque nos aburra, opinando, valorando aspectos positivos y negativos, tanto de estética de los propios dibujos, como de ética, en las actitudes de los personajes.
Es bueno que la televisión esté en un lugar común de la casa dónde la veamos juntos, lo que conllevará, en muchas ocasiones, que unos cedan en favor de otros puesto que cada uno tiene sus preferencias.
La televisión puede convertirse en nuestra enemiga si distorsiona la comunicaciópn familiar, tanto entre los esposos, como entre padres e hijos. Si un hijo, marido o mujer entra por la puerta y yo le recibo viendo la televisión acabo de plantar una barrera descomunal para favorecer la conversación. Probemos apagarla.
Las comida y las cenas con la televisión encendida: conversaciones entrecortadas e interrumpidas por la crisis, el paro, el aumento de las temperaturas o cualquier caso de corrupción. ¿Realmente puede sentar bien esa comida? Probemos apagarla.
Si mi hijo tiene televisión en la habitación le estoy abriendo la puerta a ver la televisión solo, a que nadie pueda comprobar lo que elije, a que la vea durante el tiempo que quiera...Pero esto puede suceder de la misma manera delante de nuestras narices en el salón de nuestra casa si los padres no estamos alerta y dejamos que la televisión sea otro "educador" de nuestros hijos. Todo lo que no digamos nosotros lo dirán otros y ese otro, a veces, puede ser la televisión.