lunes, 31 de enero de 2011

Mama, ¡Siempre dices no!

¿Tú también tienes  la sensación de estar siempre diciendo que ¡NO!?¡ Bienvenido al club!
En primer lugar podríamos decir que es un buen síntoma, puesto que manifiesta un esfuerzo permenente por nuestra parte, ya que lo más cómodo es decir ¡SI!Por lo tanto ¡No lo hacemos tan mal!
Algunos de nuestros hijos, además, quizás practiquen el "demanding", es decir, pedir permanentemente cosas materiales (planes, comida, caprichos, juguetes, ordenador, videojuegos, televisión), o atenciones que ya no necesita, puesto que no son propias de su edad (ayuda en el vestir, en el comer, en los deberes...etc).
Cuando tengamos la sensación de que nos estamos pasando con el ¡NO! es bueno recordarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos a cuántas cosas hemos dicho que ¡SI! a lo largo del día, y os aseguro que nos sorprenderemos, tanto nosotros como ellos.
Nuestros hijos tienden a quedarse con el pensamiento o la acción más reciente. A veces hacerle un recorrido a lo largo de lo que ha sucedido a lo largo del día ayuda a centrarle.
A veces también frena el "demanding"  sorprender diciendo ¡SI! a algo totalmente imprevisible para nuestros hijos.
Un padre firme sabe ponerse en el lugar de su hijo, entiende muy bien "como se siente" y "cómo puede quedarse" cuando lo enfrenta con los aspectos de la realidad que contradicen sus deseos. Nuestros hijos deben saber que decimos ¡NO! porque les queremos.
Ejercer la autoridad es el trabajo más pesado de la educación, es el sacrificio de todos los días. ¡Pero es el más eficaz!¡Ánimo!

viernes, 28 de enero de 2011

Mamá, ¿Por qué siempre estás cansada?

Hoy en día vivimos en un mundo frenético dónde resulta complicado el verdadero descanso. El trabajo, la familia y todo lo que ello implica hace que siempre estemos cansados. Es algo evidente que el hombre, por naturaleza, siempre se cansa después de realizar un esfuerzo. También es algo evidente que cualquier cosa que merezca la pena cuesta esfuerzo, por lo tanto cansancio. Sólo en el diccionario es anterior la palabra  éxito a trabajo.
Partiendo de esta premisa, comentar que uno está cansado, es comentar una obviedad. Nuestros hijos nos presuponen personas que se esfuerzan y trabajan, puesto que se lo exijimos a ellos. Por lo tanto, cuando nos quejamos en exceso, les estamos transmitiendo de alguna manera que, quizás el esfuerzo no mereció tanto la pena, puesto que la consecuencia más inmediata que encontramos es el cansancio.
Este cansancio implica que a mis padres se les cambie el humor y muchas veces no hagan lo que deban porque ¡están cansados!Y nuestros hijos se dan cuenta.
Deberíamos evitar excusarnos en el cansancio para omitir o retrasar cualquier acción con nuestros hijos. Cuando no podamos superarnos deberíamos usar otros recursos y argumentar de otra manera. Y el día que nos superemos, a pesar del cansancio, comunicarlo. A veces es necesario decir a nuestros hijos las cosas para que las aprecien: "Hoy papá está muy cansado , pero cómo sé que esto es importante para ti, para tu hermano, para mamá...vamos a hacerlo".

miércoles, 26 de enero de 2011

Mama, yo no soy pesado!


Nos puede salir llamarle pesado, mentiroso, maleducado...Hasta aquí puedo leer. Cualquier otra etiqueta a veces puede rozar el insulto, y eso ya sabemos que no lo debemos hacer.
En este aspecto la diferencia entre ser y estar es importante. Si a nuestro hijo le decimos¡eres un pesado!, implicitamente no le estamos ofreciendo la posibilidad de no serlo. Mientras si comentamos ¡qué pesado estás hoy!, le damos la opción de que mañana no lo esté.
Aunque la mejor alternativa es hablar de comportamientos y actitudes, sin etiquetar ni personalizar: es más conveniente decir ¡has tenido una actitud muy vaga! que ¡eres un vago de siete suelas!
Utilizar el lenguaje en positivo es un buen recurso para evitar lo anterior, por ejemplo es preferible decir  ¡estás faltando a la verdad!, a decir,¡ me estás mintiendo!, o ¡estoy orgullosa de mi hijo cuando obedece, pero hoy...!
Si tratamos a nuestros hijos no como son, sino como queremos que sean, les ayudamos a mejorar en aquello que creemos que es lo ideal para ellos.
El insulto solo muestra rechazo y falta de aceptación por nuestra parte. Tiene un efecto negativo en la futura conducta del niño. Hay expresiones, que a pesar de que nos cueste mucho, muchísimo, deberíamos desterrarlas. Los primeros que debemos respetar a nuestros hijos somos nosotros.

lunes, 24 de enero de 2011

Mama, ¿me compras chuches?

¡Si! ¡No!¡Mañana! ¡Hoy no toca! ¡Si, pero no las puedes tomar hasta después de comer! ¡Tenemos en casa! Cualquiera de estas u otras respuestas nos podrían  valer. Lo único importante es que nuestra respuesta no sea improvisada sino que sea algo planeado anteriormente. Todos los criterios que cualquier padre consideramos adecuados para nuestros hijos son los realmente válidos.
De todas maneras, probablemente el mejor día para comprar chuches sea el día en el que no nos lo piden. La iniciativa ha salido de nosotros y para ellos es la gran sorpresa, y sin duda es cuando mejor le saben.

viernes, 21 de enero de 2011

Mamá, ¿Por qué siempre estás hablando por teléfono?

En realidad el título se podría hacer más extenso, o simplemente reducirse la cuestión a: ¿por qué siempre estás conectada? Hoy en día ya es una realidad que cualquiera de nuestros hijos hagan los deberes a la vez que su madre salude a su prima en facebook, o de un toque a su amiga de la carrera mientras aplaude la torre de lego que ha hecho el pequeño de la casa. No cabe ninguna duda de que cualquiera de las acciones anteriores pasa más desapercibida para nuestros hijos que una conversación telefónica. Mientras estamos atendiéndoles, nuestras llamadas deberíamos reducirlas en número y duración,  solo recibiendo aquellas más urgentes y las que supongan breves recados. Las restantes, o simplemente no se cogen, y se les devuelve la llamada posteriormente, o si hay confianza, se dice libremente que este no es un buen momento. Una llamada a destiempo se puede convertir en un elemento muy distorsionante de la tarde. Puedes encontrarte a uno de tus hijos que ha interrumpido los deberes, a otra poniéndose tibia de chocolate, al pequeño untándose con tu crema hidratante...Y en un minuto, la armonía que te habías propuesto y  construiste con empeño desde que recogiste a tus hijos, ¡salta por los aires! Es bueno que nuestros hijos observen que además de ser una prioridad para nosotros, sus padres son los primeros que viven las normas que brevemente se les van a exigir, y que para realizar muchas actividades cotidianas hay que poner en silencio la blackberry o el iphone, o simplemente desconectar el ordenador.

jueves, 13 de enero de 2011

Mamá, el ratoncito no ha venido!

En esos momentos te gustaría volver atrás, que fuese ayer, y que al acostarte se te hubiese ocurrido acercarte a la habitación de tu hija. Si hubiera sido así, podría haber visto la escalinata a base de libros que mi hija le dejó a Pérez,  para que alcanzase, sin poner en riesgo su vida, el dientecillo. Y, ¡cómo no!, el único cuento que no formaba parte de la escalera, era el que llevaba por título, "El ratoncito Peréz". Abierto de par en par se disponía a recibir a su tocayo.
Entre el sobresalto con el que te despierta tu hija ante tremenda decepción, y la falta de agilidad mental propia de esas horas, no había capacidad de reacción. La poca a la que podría aspirar se vino abajo al ver semejante despliegue de medios para recibir a un ratón, que colecciona dientes, y que a cambio te trae una moneda, si ese día tiene cambio, o bien cualquier otro detalle que, en la medida de lo posible, sea pequeño, quepa debajo de una almohada, y no esté envuelto en plástico, para no despertar a la criatura.
Ante la que se me venía encima, decidí enfrentarme a la situación, y utilizar un recurso que nos puede salvar en muchas situaciones imprevisibles: ¡A mi de pequeña, un día, me paso lo mismo! En ese momento mi hija comienza a respirar hondo y sus ojos me empiezan a preguntar.
Es muy frecuente que nuestros hijos no contemplen que sus padres también fueron niños. Y es muy enriquecedor para ellos transmitirles como nosotros hemos pasado por situaciones muy similares a las de ellos, de qué manera nos enfrentamos a los problemas de la niñez y que hábitos positivos hemos adquirido, que ellos puedan verificar hoy en día.
A nosotros, quizás,  tampoco nos gustaban las espinacas, y ahora las tomamos con placer una vez a la semana, también nos costaba levantarnos de la cama y ahora lo procuramos hacer con rapidez, en el colegio podíamos tener un mote y lo llevabamos con sentido del humor.
En fin, la vida con nuestros hijos  es muy rica y nos ofrece muchas posibilidades en las que podemos utilizar este recurso, sin agotarlo, para desbloquear a nuestros hijos y desdramatizar muchas situaciones.