miércoles, 26 de enero de 2011

Mama, yo no soy pesado!


Nos puede salir llamarle pesado, mentiroso, maleducado...Hasta aquí puedo leer. Cualquier otra etiqueta a veces puede rozar el insulto, y eso ya sabemos que no lo debemos hacer.
En este aspecto la diferencia entre ser y estar es importante. Si a nuestro hijo le decimos¡eres un pesado!, implicitamente no le estamos ofreciendo la posibilidad de no serlo. Mientras si comentamos ¡qué pesado estás hoy!, le damos la opción de que mañana no lo esté.
Aunque la mejor alternativa es hablar de comportamientos y actitudes, sin etiquetar ni personalizar: es más conveniente decir ¡has tenido una actitud muy vaga! que ¡eres un vago de siete suelas!
Utilizar el lenguaje en positivo es un buen recurso para evitar lo anterior, por ejemplo es preferible decir  ¡estás faltando a la verdad!, a decir,¡ me estás mintiendo!, o ¡estoy orgullosa de mi hijo cuando obedece, pero hoy...!
Si tratamos a nuestros hijos no como son, sino como queremos que sean, les ayudamos a mejorar en aquello que creemos que es lo ideal para ellos.
El insulto solo muestra rechazo y falta de aceptación por nuestra parte. Tiene un efecto negativo en la futura conducta del niño. Hay expresiones, que a pesar de que nos cueste mucho, muchísimo, deberíamos desterrarlas. Los primeros que debemos respetar a nuestros hijos somos nosotros.

1 comentario:

  1. Me ha encantado esta entrada. Hay que "morderse" la lengua!
    Y..algún consejito para además de no calificar negativamente no estar toda la tarde dando órdenes con sensación de sargento?

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