lunes, 21 de enero de 2013

Mamá, el abuelo me deja!


Hoy en día, muchos tenemos la suerte de que nuestros hijos disfruten de sus abuelos. La llamada "sociedad del bienestar" ha contribuido a que podamos estar más cerca de nuestros seres queridos y a la vez que nuestros padres vivan más y en mejores condiciones.
Por otro lado esta sociedad nos ha conducido, en algunos casos,  a que queramos tener más cosas de las necesarias y ello implica trabajar más para poder conseguirlas.
 Y mientras sucede todo esto, ¿con quién están nuestros hijos? El 50% de los niños españoles con sus abuelos. Sabemos que la educación de los hijos es responsabilidad de los padres y que los abuelos deben disfrutar de sus nietos. Eso conlleva que los abuelos, en algunas ocasiones, consientan cosas que jamás dejaría un padre. Los niños lo saben y pueden diferenciar perfectamente el rol de cada uno.
 Pero qué pasa cuando los abuelos están más tiempo que los padres con sus hijos, ¿ no tiene el derecho de educar? Sólo podrán hacerlo si sus hijos los respetan, tienen en cuenta y les dan categoría. Esta tarea supone un esfuerzo mutuo. Por parte de los padres en apoyar su criterio, aunque consideren que, a veces, es equivocado, y por parte de los abuelos en consensuar algunas directrices esenciales en el proyecto educativo de los padres para con los hijos.
Los abuelos siempre han sido transmisores orales de la riquísima tradición familiar, social e histórica. Quién pierde la memoria sobre estas cosas pierde la identidad. Por eso hay que aprovechar el tesoro de la experiencia de la gente mayor y saber escucharla porque tienen mucho que decir.
Y no nos olvidemos de que, como bien dice el refranero español: "de tus hijos sólo esperes, lo que con tu padre hicieres".

domingo, 4 de noviembre de 2012

Mamá, no tengo sueño!

 
El niño debe dormir lo necesario, ni más ni menos. Para conseguirlo es necesario tener un mismo horario, con pocas excepciones y que siempre duerma en su cama.
El niño que no duerme ni deja dormir es el aspecto de la educación que peor toleramos los padres. El mal humor que genera repercute en las relaciones familiares y en el propio hijo.
Los niños tienen que descansar un determinado número de horas, que varía entre las 9,5-10,5 hasta los 7-8 años y entre 8-9 hasta los 14-15, edad a partir de la que es bueno que duerman 8 horas.
Para ellos el ritmo vital viene marcado por el sueño y las comidas, un orden en estos aspectos ayuda también a marcar un horario que facilita la convivencia familiar, por eso un mínimo de normas en este sentido ayudan al descanso de todos y a la paz familiar.Los niños son un colectivo especialmente vulnerable al déficit de sueño, según han advertido pediatras y neurobiólogos y según han corroborado diferentes estudios. Las consecuencias abarcan desde un mayor riesgo de obesidad hasta un menor rendimiento escolar. Por cada hora menos de sueño diario entre los 3 y 5 años de edad, el riesgo de sobrepeso a los 7 años aumenta en un 64%, según un estudio realizado entre 244 niños de Nueva Zelanda. Un segundo estudio realizado en EEUU y publicado en Pediatrics, corroboró que dormir las horas suficientes ayuda a prevenir el sobrepeso en la infancia.

En cuanto al rendimiento escolar, otros estudios han demostrado que el déficit de sueño perjudica la capacidad de consolidar en la memoria lo que se ha aprendido el día anterior, así como la capacidad de concentración al día siguiente.

jueves, 18 de octubre de 2012

Mamá, hoy comemos juntos?

 
En el día a día nos resulta muy complicado sentarnos a comer en la mesa con nuestros hijos. En algunas ocasiones podemos aprovechar la cena, si los dos padres han llegado a una hora adecuada, para cenar en familia. Por lo tanto el fin de semana se convierte en una oportunidad de oro para sentarnos en torno a una mesa bien puesta y comer todos juntos.
Además de prestarse esta ocasión para educar a nuestros hijos en buenos modales, es bueno saber que los niños que comen en familia por lo menos tres veces por semana disminuyen en un 32% el riesgo de padecer un trastorno alimentario y en un 15% la posibilidad de ser obesos.
Comer en familia también es comer con los abuelos. Un informe reciente de la Obra Social Caja Madrid asegura que la mitad de los abuelos españoles cuida a sus nietos cada día y un 22% lo hace cada día más de 7 horas diarias. El papel de los abuelos en la alimentación de los pequeños resulta definitivo. Saben fomentar en los nietos una dieta equilibrada y elaborada.
Las comidas unen mucho a las familias. Son oportunidades para educar en muchos valores: respetar el turno de palabra, normalmente todos quieren hablar a la vez y se pisan unos a otros. Terminar todo lo del plato educa en fortaleza y sobriedad. Si es algo que no les gusta los padres podemos tener el detalle de servirles menos pero conseguir que se lo acabe.
 
Y por supuesto en buenos modales, algo muy costoso, puesto que en primer lugar, exige nuestro ejemplo, y después nuestra paciencia, ya que la tendencia de nuestros hijos es a comer de la manera más cómoda, que no las más educada y limpia.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Mamá, tengo un amigo!

Al alcanzar determinadas edades nuestros hijos empiezan a distinguir lo que esta bien y lo que esta mal. Y, en muchas ocasiones, esto provoca en ellos una actitud crítica con las personas que les rodean. Especialmente sus amigos o compañeros de clase. Empiezan a juzgar severamente los comportamientos de sus amigos. Ellos se ven a sí mismos cargados de razón y hasta se creen mayores cuando emiten su veredicto. Pueden llegar a pensar que con sus razonamientos están agradando a sus padres por ver las cosas negativas. Estos comentarios que nos hacen se pueden convertir en oportunidades para identificar objetivamente el hecho del que hablan, darle la proporción adecuada y seguidamente enseñarles a ver las virtudes o cosas positivas de ese amigo determinado. La lealtad se enseña desde pequeños. Los padres también debemos enseñar con nuestro ejemplo a ser buenos amigos. No deberíamos consentir nunca que se hable mal de nadie en casa. Tenemos que saber transmitir que la amistad es un tesoro, un regalo, que hay que cuidar y por el que hay que luchar. Tenemos que hablar de nuestros amigos, de sus cosas buenas, de lo que aprendemos de ellos, de lo que hacemos por ellos aunque nos cueste. 

lunes, 23 de abril de 2012

Mamá: ¿Leemos?

Cuántas veces un buen libro nos ha transportado a situaciones que nos han producido desde risa, hasta llanto, inquietud, profundidad o simple entretenimiento.
Saber leer es una garantía de éxito para saber estudiar y así comprender lo que leemos. Nuestros hijos tendrán como afición la lectura si han encontrado el estímulo necesario para considerarlo una opción de entretenimiento. Igual que proponemos ver una película, jugar un rato a la consola, o una partida de parchís deberíamos proponer un rato de lectura en el que yo, padre o madre, también leo.
 La afición a la lectura no se puede imponer como si fuera una especie de obligación o de castigo. Hay que fomentarla desde la motivación: leerles con entonación, que vean a los padres leer y pasarlo bien haciéndolo, hablar de los libros que han gustado, tener una pequeña biblioteca en la habitación, hacer colecciones de libros, prestar algún libro como algo valioso, cuidarlos, si es necesario forrarlos, ponerles mi nombre y en caso de que me lo hayan regalado ponerle la fecha y el nombre de quién me lo regaló.
 También debemos reconocer el derecho a no terminar lo que no gusta y a leer lo que sea, aunque se trate de comics. Pasearse por algunas bibliotecas y ser socio de ellas siempre les gusta y les estimula a leer porque tienen que cumplir unos plazos.
La lectura nos permite a todos razonar y argumentar y enriquece nuestro vocabulario. "Un libro puede cambiar el destino del alma" (Marcel Prévost). Y esto puede ocurrir tanto para bien como para mal. Que nuestros hijos sepan que tampoco nosotros leemos todo lo que tenemos entre manos, puesto que a veces hay lecturas que nos pueden perjudicar igual que a ellos.
Otra manera de fomentar la lectura es aprovechar las ocasiones en las que premiamos con cosas materiales para regalar un libro o un cuento. O incluso si en algunos de los viajes que realizamos  queremos obsequiarles, traerles un libro, a pesar de que sea en otro idioma, o también llevarlo ya comprado desde casa para no correr riesgos.

lunes, 19 de marzo de 2012

Mamá, ¿a qué cole voy a ir?

Llegados los meses de marzo y abril, los padres comenzamos el período de búsqueda de colegio para nuestros hijos. La elección del centro escolar dónde va a escolarizarse nuestro hijo es una de esas decisiones que los padres ponderamos especialmente. Somos conscientes de que en el colegio delegamos parte de la educación de nuestros hijos, aunque no la más importante. Buscamos el mejor colegio que se adapte a nuestros criterios y principios como garantiza la Constitución española. No queremos crear conductas esquizofrénicas en los niños y evitamos que en casa se escuche un cosa y en el colegio se practique otra y viceversa.
Resultados académicos, conocimiento de idiomas, manejo de las nuevas tecnologías, instalaciones deportivas son motivos importantes que nos hacen inclinarnos  hacia una escuela u otra.
La educación en valores,  un eslogan muy repetido hoy en día, a todos nos gusta. Pero,¿nos hemos planteado alguna vez qué idea del hombre tiene la persona que va a educar a nuestro hijo? Nos puede llegar a pasar que nuestros hijos aprendan a resolver problemas de matemáticas, pero que no sepan resolver conflictos existenciales.
Debemos confiar en nuestros profesores, darles confianza y autoridad desde casa y tener una comunicación fluida con ellos. Siempre defender su criterio delante de nuestros hijos, aunque estemos en contra, y depués a solas discutirlo con ellos. Hacer manifestaciones públicas a nuestros hijos de admiración y afecto hacia los maestros para ayudar a nuestros hijos a construir una imagen correcta de ellos.
No hay colegios perfectos, ni padres perfectos ni profesores perfectos. "Un educador excelente no es un ser humano perfecto, sino alguién que tiene serenidad para darse y sensibilidad para aprender".
Y ya que educar supone entrar uno en el mundo del otro, dejemos como padres, entrar a los mejores.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Mamá. ¿Me das un beso?

A veces vivimos tan atropelladamente que nos olvidamos de saludar y despedir a nuestros hijos. Por las mañanas cuando les llevamos al colegio: qué si vamos justos de tiempo y no llegamos a tiempo al trabajo, qué si estamos mal aparcados en el colegio. Lo mismo pasa cuando llegan ellos de la escuela o nosotros de trabajar.
Un beso, además de una manifestación de afecto, para nuestros hijos supone seguridad, es decir autoestima. Mi padre, a pesar de la llamada telefónica que ha recibido de mi profesor, me sigue dando un beso. Mi madre, aunque llegue sucio o descamisado, cosa que le enfada mucho, me saluda con un beso.De esta manera les estamos demostrando que a pesar de que les llamemos la atención, les exijamos, o nos enfademos, por encima de todo les queremos. Y esta premisa es necesaria que la tengan muy clara y se la hagamos ver con frecuencia porque sino a veces nos acabamos convirtiendo en perros policías que sólo ladran o en la mismísima Gestapo.
Cuando tengamos la sensación de que llevamos una temporada que solo reñimos, es recomendable pararse y empezar a dar besos, abrazos o achuchones. De esos que reparan al que los da y al que los recibe.