A veces vivimos tan atropelladamente que nos olvidamos de saludar y despedir a nuestros hijos. Por las mañanas cuando les llevamos al colegio: qué si vamos justos de tiempo y no llegamos a tiempo al trabajo, qué si estamos mal aparcados en el colegio. Lo mismo pasa cuando llegan ellos de la escuela o nosotros de trabajar.
Un beso, además de una manifestación de afecto, para nuestros hijos supone seguridad, es decir autoestima. Mi padre, a pesar de la llamada telefónica que ha recibido de mi profesor, me sigue dando un beso. Mi madre, aunque llegue sucio o descamisado, cosa que le enfada mucho, me saluda con un beso.De esta manera les estamos demostrando que a pesar de que les llamemos la atención, les exijamos, o nos enfademos, por encima de todo les queremos. Y esta premisa es necesaria que la tengan muy clara y se la hagamos ver con frecuencia porque sino a veces nos acabamos convirtiendo en perros policías que sólo ladran o en la mismísima Gestapo.
Cuando tengamos la sensación de que llevamos una temporada que solo reñimos, es recomendable pararse y empezar a dar besos, abrazos o achuchones. De esos que reparan al que los da y al que los recibe.
Un beso, además de una manifestación de afecto, para nuestros hijos supone seguridad, es decir autoestima. Mi padre, a pesar de la llamada telefónica que ha recibido de mi profesor, me sigue dando un beso. Mi madre, aunque llegue sucio o descamisado, cosa que le enfada mucho, me saluda con un beso.De esta manera les estamos demostrando que a pesar de que les llamemos la atención, les exijamos, o nos enfademos, por encima de todo les queremos. Y esta premisa es necesaria que la tengan muy clara y se la hagamos ver con frecuencia porque sino a veces nos acabamos convirtiendo en perros policías que sólo ladran o en la mismísima Gestapo.
Cuando tengamos la sensación de que llevamos una temporada que solo reñimos, es recomendable pararse y empezar a dar besos, abrazos o achuchones. De esos que reparan al que los da y al que los recibe.