martes, 26 de abril de 2011

Mamá, ¡Me duele...!

Enseñar a nuestros hijos a ser valientes y fuertes, hoy en día, ante el dolor, el cansancio, el hambre o la sed es una tarea apasionante.
El consumo en los colegios de tiritas de diseño, desinfectantes y análgésicos se ha disparado. A los recreos les ha salido un duro competidor en las enfermerías de los colegios donde nuestros hijos comentan sus dolores, rajas y negrones. En nuestro carro de la compra ya nos sólo hay comestibles y artículos de droguería, ahora también acudimos a la sección del botiquín.
¿Son nuestros hijos más quejicas? o bien ¿nosotros hacíamos el animal presumiendo de moratones o negrones?
La mezcla entre el sentido común y el instinto de padre nos dará la clave para saber cuándo merece la pena hacer caso a nuestros hijos. Muchas veces un dolor de barriga sirve para llamar la atención de los padres. En ocasiones supone un examen,  un problema con un amigo, que hay que identificar y hablar, unos deberes inacabados...Otras será real y responderá a un tema meramente fisiólogico.
Es una realidad que muchos de nuestros hijos se quejan, y se quejan más de lo adecuado. Quizás debamos mirar hacia dentro. Ver en el interior de nuestros hijos. ¿Nos hemos propuesto que sean magnánimos, que de verdad tengan almas grandes? ¿Valoramos la vida de nuestros hijos delante de ellos y la de sus hermanos como un regalo? ¿Les recordamos que tienen salud, sin que sea necesario recurrir a continentes lejanos y haciéndoles observar lo privilegiados que son en una sencilla sala de espera del pediatra, o cerca de un hospital? ¿Les obligamos a comer todo lo del plato como la mejor contribución al que nada tiene? ¿Intentamos que sean personas agradecidas expresando en cada uno de los planes que hacemos la suerte que tenemos? ¿Les enseñamos a valorar a sus padres,  hermanos, abuelos, tíos y primos, como algo que supera cualquier cosa material? ¿Les transmitimos que su colegio es uno de los cauces para cultivar su talento, y que deben aprovechar el tiempo?
A veces somos los padres los que nos acostumbramos a ver con gran dramatismo contratiempos mínimos. Una vez más tenemos la oportunidad de ir por delante.
Aquí va un resumen firmado por la Madre Teresa de Calcuta:
El día más bello: hoy.
La cosa más fácil: equivocarse.
El obstáculo más grande: el miedo.
El mayor error: abandonarse.
La raíz de todos los males: el egoísmo.
La distracción más bella: el trabajo.
La peor derrota: el desaliento.
Los mejores maestros: los niños.
La primera necesidad: comunicarse.
La mayor felicidad: ser útil a los demás.
El misterio más grande: la muerte.
El peor defecto: el mal humor.
El ser más peligroso: el mentiroso.
El sentimiento más ruín: el rencor.
El regalo más bello: el perdón.
Lo más imprescindible: el hogar.
La sensación más grata: la paz interior.
El arma más eficaz: la sonrisa.
El mejor remedio: el optimismo.
La mayor satisfacción: el deber cumplido.
La fuerza más poderosa: la fe.
Los seres más necesitados: los padres.
Lo más hermoso de todo: el amor.

martes, 12 de abril de 2011

Mamá, ¿Te acuerdas?

Es necesario recuperar emocionalmente el pasado para construir el futuro. Traer el pasado al presente cohesiona la familia. No podemos ser sólo un hoy o un mañana. Nuestros hijos tienen su historia y es bueno que la conozcan. Les da identidad y sentido de pertenencia a su familia. Familia única e irrepetible. Con su estilo propio de hacer, de pensar, de hablar, de sentir, de jugar, de divertirse.
Ver fotos, videos, contar historias, recordar anécdotas a nuestros hijos une la familia. Incluso recordar ilusiones y momentos dulces del pasado nos ayuda a enfrentarnos al futuro.
A nuestros hijos les encanta saber como eran de pequeños. El que conserva algún tipo de album que cuenta los primeros pasos de sus hijos porque con gran paciencia ha ido rellenando el primer diente, la primera palabra, la canción del momento...etc comprueba la ilusión que les hace a los niños leerlo.
Incluso el saber la historia de sus padres, cómo eran de pequeños, dónde estudiaron, cómo se conocieron, qué amigos del presente estaban en esos momentos, su noviazgo, su boda. Todo refuerza la unión entre los padres para con los hijos.
Muchas veces contar las maneras, costumbres o normas que vivíamos nosotros de pequeños en nuestra familia sirven de anzuelo para defender las propias.
Intentemos no dejarnos llevar por la prisa, la inmediatez, el hoy y el ahora. Recuperemos el ayer para construir el mañana.