Cuando uno es padre o madre por primera vez, una de las cosas que más le impresionan es que lo es para toda la vida. Incluso, a veces, cuando se acerca a su hijo mientras duerme, lo mira detenidamente, y le impresiona la idea de que esa persona que esta ahí, en estos momentos dependa absolutamente de él.
Muchas matrimonios descartan la paternidad porque la consideran una responsabilidad que no está a su altura o que no están dispuestos a asumir, o simplemente porque consideran que el mundo que les ofrece deja mucho que desear.
Sin ninguna duda, cuando a uno le llega la paternidad, puede haber entrenado el esfuerzo por ser mejor cada día, por diversos motivos: unos por puro humanismo, y otros porque tienen una visión trascendente de la vida.
Pero cuando uno es padre incorpora una nueva dimensión de lucha en su vida. Y es la del ejemplo. Somos conscientes de que cualquier acción, omisión, error, palabra, comentario...está siendo archivada en el disco duro de nuestros hijos para un futuro procesamiento. Probablemente si nos parasemos a reflexionar, nos sorprenderíamos con nosotros mismos al observar la capacidad de renuncia que tiene uno cuando es padre y comprueba cómo anteriormente determinadas metas o objetivos que le suponían un calvario, ahora las hacen con la zurda.
Y, sinceramente, lo del ejemplo ¡es agotador! Pero sabemos que ellos se merecen el esfuerzo. E implica que cada sugerencia, orden, orientación, o proyecto que le planteas a tu hijo lo vivas tú o simplemente te esfuerces en vivirlo, aunque a veces no lo consigas. Pero a ellos les basta con ver nuestra actitud de lucha. En la lucha hay algo seguro: la familia vivirá más unida y feliz en su empeño por mejorar, una mejora que terminará siendo contagiosa. Así estamos empezando a formar parte del futuro.
De hecho, con los años, nuestros hjos nos exigen esa coherencia de vida, y si fallamos, dejamos de ser punto de referencia para ellos, y puede darse un efecto muy peligroso, que es que tengamos miedo a nuestros hijos. Miedo a no poder preguntarles o orientarles en algo porque nos pueden echar en cara muchas cosas. Para evitarlo debemos ser comunicarivos y reconocer nuestros errores, por grandes que sean.
Muchas veces se me ha venido a la cabeza si podría hacer huelga de madre, y en ese caso:
¿Cuáles serían los servicios mínimos?¿ Despertarlos y acostarlos?
¿Qué reinvindicaría? Derecho a la obediencia ,derecho al orden,derecho a la fortaleza, derecho a la sonrisa en vez del llanto...
¿Qué se leería en mi pancarta?¡¡¡Quiero que mis hijos sean felices, por lo tanto libres y responsables!!!
¿Quién haría de piquete informativo? Mi marido creo que no.