miércoles, 2 de febrero de 2011

Mamá, ¿ya has puesto el cartel de cerrado?


¿Por qué en esos momentos, dónde uno ya considera que ha hecho todos lo esfuerzos posibles del día, su hijo le pide un vaso de agua, después de haber ingerido un litro en la cena?
¿Por qué cuando uno solo sueña con sentarse a cenar tranquilamente con su marido o su mujer, su hijo se acuerda de comunicar la cosa más importante que le ha sucedido en su vida?
 ¿Por qué después de una tarde que ha trancurrido tranquila, en la que uno incluso está satisfecho por haber cumplido con su deber, en cinco minutos, a última hora, se va todo al traste?
Pues porque cómo dice una amiga mía hay que saber colocar el cartel de CERRADO. Así de sencillo. Cada cosa tiene su momento. Los límites, horarios y tiempos los decidimos los padres.
Si hoy no le doy agua en la cama, mañana, o bien se acordará de beberla antes o simplemente no me la pedirá. Si la agenda no me la enseñó en el momento oportuno, ese día va sin firmar, y mañana ya no ocurrirá.
Con nuestros hijos los precedentes funcionan tanto para bien como para mal.
 El que tengan un horario de acostarse , o de apagar la luz determinado previamente contribuye a la paz familiar. Cuando las cosas suceden a deshoras nuestros hijos pueden llegar a sacar lo peor de nosotros. Y no es lo más recomendable.Los padres tenemos nuestro momento, y ellos su descanso.
 Y es bueno para un futuro, que la hora de retirada siempre obedezaca a un criterio según la edad, y no a la duración de un programa de televisión, a unos deberes inacabados...
Así que ¡adelante!, a partir de la hora convenida, a colocar el cartel de CERRADO, y dedicar un tiempo para nosotros, qué no viene nada mal.

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