¿Por qué discutís? ¿Os vais a separar? Estas pueden ser preguntas a las que nos podemos enfrentar en la relación con nuestros hijos. Hoy en día nuestros hijos conviven con la separación de matrimonios como una opción que esta ahí, y cualquier discusión mal llevada puede encenderles la señal de alarma. Y, sin ninguna duda, hay que abordar estas cuestiones.
En primer lugar nuestros hijos deben saber que sus padres, en determinados temas, pueden tener diferentes puntos de vista, y que por eso no se quieren menos ni están enfadados. Y una manera de concretarlo es pasarles la pelota y preguntarles cuántas veces han discutido con un hermano o un amigo para ponerse de acuerdo en qué jugar o qué película ver, y eso no significa que le quieran menos.
En cualquier caso, hay dos cosas por las que luchar que merecen la pena: NO discutir delante de nuestros hijos sobre una diferencia de parecer ante un criterio educativo, aunque creamos que esta metiendo la pata hasta el fondo, o pensemos que se esta pasando...Aguantar el tirón y hablarlo después a solas.
Y en segundo lugar, cuando no podamos evitar una discusión, pedir publicamente perdón , para que nuestros hijos vean que las diferencias entre nosotros no son irreconciliables. Y si consideramos que tenemos razón, siempre es bueno adelantarse al perdón. El perdón genera paz, nos libera a nosotros mismos y hace que ambos cónyuges salgan beneficiados. Hay que pensar que el perdón, aunque esta estrechamente unido a vivencias afectivas, no es un sentimiento, es un acto de voluntad que hay que desarrollar en nosotros mismos.
Un ejercicio, que es muy saludable para nuestros hijos y para nosotros, es que alabemos delante de ellos, a nuestro marido o a nuestra mujer, tanto a solas como delante del otro. Los hijos deben percibir la admiración que sentimos por el otro. Esta medida preventiva ayuda a que, a pesar de nuestro empeño por evitar las discusiones, cuando lleguen las rebajas, nuestros hijos no duden del cariño y admiración que se tienen sus padres, y salgan menos perjudicados.
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